Importancia de aprender y enseñar matemática en nuestras escuelas

Cuando me solicitaron que escribiera un artículo sobre  matemática que sería compartido con mis compañeros y compañeras docentes a través del Educamiranda, una avalancha de ideas llegó a mi pensamiento y una  emoción muy grande; porque sigue siendo para mí un gran honor, desde mi humilde rol de docente rural, compartir en este espacio hecho por docentes,  para docentes comprometidos con la educación de calidad que merecen nuestros estudiantes mirandinos.

            Luego de filtrar mis ideas y mis emociones, pienso que lo más útil para los lectores de este espacio, sería reflexionar sobre el por qué todos los docentes debemos aprender sobre la aplicabilidad  de la matemática y su didáctica, para luego enseñarla de una manera fascinante, que haga surgir en nuestros estudiantes un enamoramiento que los lleve de una forma maravillosa,  a  adquirir las competencias que les permitan, desde educación inicial, la construcción del andamiaje necesario para ir de lo simple (concreto)  a lo complejo, y de lo complejo a lo más complejo (abstracto) con propiedad, seguridad y placer.

            Así, los elementos que componen un aprendizaje de este tipo, es decir, un aprendizaje por competencias son: la formación de aptitudes, propiciar satisfacción y diversión por la resolución de actividades y problemas matemáticos, promover la creatividad en el estudiante, no indicándole todo lo que debe hacer sino dejando que genere sus propias estrategias de solución y que durante el proceso se apropie del lenguaje  del área y use correctamente la terminología, conceptos y procedimientos que le permitirán  la comprensión del mundo que lo rodea (Cardoso y Cerecedo 2008).

            Por consiguiente, las competencias matemáticas están relacionadas muy íntimamente con el “ser capaz de hacer, relacionado con el cuándo, cómo y por qué utilizar el conocimiento como una herramienta…” (Chamorro 2003), y no como una receta. Las dimensiones que abarca el ser matemáticamente competente son: Conocimiento de los conceptos, propiedades y relaciones matemáticas;  desarrollo de destrezas procedimentales; pensamiento estratégico (formular, representar y resolver problemas); habilidades de comunicación y argumentación matemática; y finalmente, pero no menos importantes,  actitudes positivas hacia las situaciones matemáticas y hacia sus propias capacidades en el área (Chamorro, 2003).

            En este sentido, pienso que todos debemos cultivar el ser capaz de hacer para poder enseñar a nuestros estudiantes a ser capaz de hacer. De allí la importancia de conocer y manejar con propiedad y profundidad,  los contenidos, competencias e indicadores matemáticos para cada nivel o grado. Por lo anterior, es importante no perder de vista los logros obtenidos con Anímate, más allá de verlo como una continuidad o apego, ya que si hay logros en esta metodología, uno de ellos es precisamente la visualización y ubicación  de los contenidos, competencias e indicadores matemáticos para el III nivel de educación inicial y  de todos los  grados de educación primaria. Todos los docentes en el aula, sabemos identificar lo que da buenos resultados en nuestras prácticas pedagógicas, sin duda alguna el saber donde está pedagógicamente nuestro grupo, y a dónde debe llegar durante este año escolar es una herramienta poderosa para enseñar matemática a nuestros estudiantes.

            En el caso específico de educación inicial (la base del andamiaje), lo importante será cultivar en los estudiantes las competencias matemáticas a través del diseño de situaciones didácticas que generen la creatividad para favorecer la elaboración colectiva de significados, lo cual será más efectivo en la medida en que interactúen al compartir e intercambiar información y solucionar problemas sin recibir del docente un modelo de solución.

            En este orden de ideas, el trabajo docente debe buscar dos objetivos: uno presentar la situación adecuada, según el nivel del grupo y la competencia a ser adquirida, para lo cual debe poner en practica su creatividad; y el otro dejar de ser el centro del conocimiento para convertirse en un verdadero mediador de los procesos de diálogo, interacción y construcción del conocimiento a partir del conocimiento previo e individual de cada estudiante (Guzmán, 2007).

            Para los grados de educación primaria, el enfoque didáctico de planteamiento y resolución de problemas facilita la construcción del conocimiento en forma grupal y gradual a través de la interacción de los estudiantes, y del papel mediador del docente. Pare esto, el problema debe diseñarse a partir de una situación significativa y asimilable; que presente alguna dificultad para que los estudiantes logren construir un conocimiento a partir de los procedimientos empleados, la validez de los mismos y la mediación del docente.

            Finalmente, quiero cerrar mi artículo haciendo una invitación a todos los y las docentes a continuar inventando y reinventando en todo momento sus prácticas pedagógicas, apoyándose en el recurso que tengan a la mano, compartiendo con los y las compañeras, indagando sobre las nuevas tendencias, como prefieran hacerlo; ya que en nuestras manos sigue existiendo la grandísima responsabilidad de formar al recurso más importante de nuestro país: Nuestros niños, niñas y adolescentes.

Marisol Albertazzi.

Directora de Escuela

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