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APRENDER A LEER

Era el año 2010 en Estocolmo, un Mario Vargas Llosa emocionado, con su elocuencia característica, afirmaba delante de una audiencia cautiva que lo más importante que le había sucedido en la vida había sido aprender a leer. Tal afirmación conmovió a muchos de los presentes en el acto de entrega del premio Nobel de Literatura 2010, del cual se hizo merecedor el escritor peruano por su fructífera trayectoria como autor y su contribución a las letras en lengua española. El autor de la Tía Julia y el escribidor (1977) se refería con la mayor franqueza al lugar que le ha dado a esa competencia madre en su existencia. No nos debe extrañar que un escritor cuyas obras han recibido los galardones más importantes del mundo de la literatura, incluyera la lectura en su discurso, porque definitivamente, el arte de la escritura presupone un caudal infinito de lecturas. Jorge Luis Borges, en su poema Un lector (1969), así lo confirma desde sus impactantes primeros versos: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído».
Leer, esta capacidad exclusivamente humana, nos ha permitido entrar en contacto con nuestro pasado, descifrar los misterios de culturas milenarias, asombrarnos ante el ingenio humano, conocer el rumbo de las ciencias. Y, ¿por qué no decirlo?, suspirar frente a la belleza de un poema, llorar la muerte de un héroe, celebrar la alegría de una madre, conocer parajes fantásticos. Pero, para que todo ello ocurra son necesarios dar pasos previos. El primero, por supuesto, asociado al aprendizaje de la lectura. La buena noticia es que nuestro cerebro está dotado para que este aprendizaje se concrete, pues, se caracteriza por estar en permanente desarrollo y además, tiene la capacidad de reconocer las letras impresas. Stanislav Dehaene, en su libro El cerebro lector (2014), explica detalladamente cómo aprendemos a leer, así como otros temas relacionados, lo cual representa una gran contribución para el trabajo del docente en el aula.

¿Cuándo debe aprender a leer un niño?

Una de las interrogantes más frecuentes que se hacen padres y maestros respecto al aprendizaje de la lectura tiene que ver con la edad o el momento propicio para el ingreso del niño al mundo letrado, ése de las palabras impresas. De acuerdo con las investigaciones, desde muy temprano los niños demuestran interés por la lectura y la escritura. Es lo que los especialistas denominan lectura y escritura emergente, que no es más que el interés manifiesto por esas figuritas sonoras que en ocasiones acompañan imágenes, que están en el libro de mamá o papá, o en esa nota que la abuela dejó pegada en la puerta y a las cuales llamamos fonemas y grafemas. Pero desde el punto de vista de la educación formal el grado ideal para el aprendizaje de la lectura es el primer grado de educación primaria. Afirman los expertos que la ciencia ha demostrado suficientemente, que las características del cerebro humano, entre éstas la plasticidad también conocida como neuroplasticidad, facilita el aprendizaje de procesos complejos como la lectura y la escritura, así como la adquisición de una lengua distinta a la lengua materna.

¿Cuál es el riesgo del niño que no prende a leer en primer grado?

A medida que transcurra el tiempo le será más difícil, por lo tanto, su desempeño en las diversas áreas del conocimiento se verá considerablemente comprometido. La autoexclusión, la repitencia y el abandono del sistema educativo son las principales consecuencias del rezago en el desarrollo de las competencias comunicativas básicas como son leer y escribir. Sin embargo, esta no tiene por qué ser la realidad dominante. Si aplicamos planes y programas con efectividad comprobada, contamos con maestros formados, materiales de calidad, aplicamos estrategias eficaces de evaluación y seguimiento, y, sobre todo, sabemos que la escuela está dispuesta a mantener el conjunto de acciones que la han conducido al éxito en la enseñanza y el aprendizaje de la lectura, los resultados poco alentadores que han publicado organizaciones internacionales como la UNESCO, así como en Venezuela la encuesta ENCOVI (2021), DIAGNÓSTICO EDUCATIVO UCAB (2021) y la organización CON LA ESCUELA (2022), pudiesen dar un viraje hacia la mejora.
Regreso a la presencialidad: nuevas oportunidades
La pandemia COVID-19, trajo consigo grandes desafíos, no sólo en el sector salud, ya que sus efectos se pueden medir en lo social, económico, psicológico y, sin lugar a dudas, en el sector educativo. Los maestros de pronto se vieron obligados a realizar un trabajo a distancia para el cual requerían recursos tecnológicos que muchos de ellos no poseían, como conexión a internet, teléfonos inteligentes, computadoras, etc. Si tomamos como referencia las carencias de los maestros, seguramente la de los estudiantes resultarían mayores. Esto trajo como consecuencia que un porcentaje importante de estudiantes abandonaran la escuela. El año escolar 2021-2022 marcó el regreso a la presencialidad en nuestras instituciones. Aunque hay que reconocer que la asistencia no fue masiva como se esperaba, tal condición pudiese atribuirse a que todos los actores del sistema educativo requirieron un lapso de readaptación, pero con los niños y maestros en las aulas es mucho lo que podemos hacer. Comenzaremos por llevarles la esperanza de que todo puede mejorar. Luego, mediante acciones concretas, como la puesta en marcha de iniciativas pedagógicas orientadas hacia la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y la escritura, demostrarles que sí podemos avanzar hacia la educación que nuestros niños necesitan y, de esta manera, hacia el país que todos queremos.

Eglé M. García Rivas
EducaMiranda
Agosto de 2022
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