NO a la resignación, SI a la esperanza

El Día del Educador del 2018 se “celebra” en condiciones bien adversas, para ilustrarlo basta con detallar las pésimas condiciones en las cuales un maestro o profesor ejerce su profesión, y no son solamente las salariales, hiper paupérrimas por cierto, sino también las referidas al acceso (transporte), seguridad, alimentación, material didáctico, actualización pedagógica, autonomía de catedra, carrera docente.

 

La pretensión de destruir la profesión docente, hace una pésima apuesta por el futuro del país, expresado éste en los estudiantes. Se pretende sustituir al docente con alternativas chapuceras, bien egresando “profesionales” de calidad dudosa, a través de una estafa a los bachilleres, que de buena fe se inscriben, en las carreras que ofrecen universidades y alternativas de educación superior gobierneras. En la práctica, la posición oficial es que cualquiera puede ser educador. La última noticia de esta siniestra visión son la “chamba juvenil” y los “maestros pueblo”. La carrera docente debe ser prioridad en el nuevo diseño de un Estado Democrático, eso sí, sin clientelismo político ideológico. 

 

Hoy día nuestros docentes son unos verdaderos héroes al poder concretar el hecho mismo para lo cual fueron formados, que es el acto de gestionar y hacer productiva el aula de clases, con una buena calidad. La precariedad a la cual se ha sometido a la escuela pública es notoria, siendo lo más resaltante el extravío pedagógico que la afecta. Al maestro se le recarga de actividades inmediatistas de cualquier tipo, con fines político-ideológico, y la pregunta que salta es cuando propicia aprendizajes, cuándo instruye, cuando forma para el conocimiento, cuándo hace pedagogía??

 

Hay que responder  a la  “desprofesionalización” a la que están sometiendo a los docentes en la actualidad (currículos ideologizados, planificaciones centralizadas, evaluaciones y materiales descontextualizados, imposición de cargos directivos a dedo, la educación como un medio político….) con: trabajo innovador, formación pedagógica continua, tenacidad  e inconformismo profesional, priorizar la atención al alumno en espacios de aprendizaje no politizados…

 

A pesar de este cuadro, NO puede haber resignación  ni entrega. La función que ejecuta el educador es tan importante, que el futuro del país, que pasa todos los días por sus manos, precisa de su labor comprometida y apasionada, como nunca antes.

 

NO a la resignación, SI a la esperanza


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