Por: Alida Quilarquez
El año escolar que apenas comienza a desperezarse viene complicado y desprovisto de políticas públicas educativas consistentes que puedan soportar el peso del deterioro de las bases morales, tecnológicas, económicas, culturales y científicas de un país en franca involución.
Tal desmoronamiento ocurre frente a los ojos de propios y forasteros; al parecer, la fuerza ejercida por algunos interesados, en que este escenario cambie, no son suficientes para hacer contención a la avalancha de desidia que llegó, arrasándolo todo, lo que complica aún más el panorama.
Los cerrojos oxidados de las puertas de la escuela pública venezolana venían trabados, tal cual como lo proyectara La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVID), en 2019, para ese momento, esta organización titulaba su trabajo de la siguiente manera: “Sistema Educativo Venezolano en Terapia Intensiva” pronosticando que para el año 2020 y 2021 las cosas se complicarían aún más, si no se resolvían los problemas de estancamiento de la cobertura educativa, incremento del rezago escolar, déficit del personal docente, déficit de infra estructura , equipamiento y dotación y por supuesto el bajo rendimiento estudiantil. Pronóstico corroborado por el centro de Innovación Educativa de la UCAB en su último estudio sobre la escuela venezolana (2021).
Si a todo lo anterior se le añade la devastadora pandemia que terminó por sacar a los estudiantes de las aulas, sin las más mínimas condiciones cualificadas que atendieran sus requerimientos pedagógicos, tecnológicos, psicopedagógicos, nutricionales y sociales, para llevarles a la desprovista y fría distancia. Modalidad que para muchos hasta ahora había sido inexplorada, afectando principalmente a la población más vulnerable la cual supera en porcentaje a sus pares con mayores posibilidades socio económicas, ubicándoles en situación de desventaja, injusta y hasta discriminatoria.
El fracaso inminente de la inadecuada modalidad a distancia ha sido sustentada por la opinión del 72 por ciento de los venezolanos que “califican la educación a distancia con niños y adolescentes como mala o deficiente” según estudio realizado para el año escolar 2019/2020 por el Centro Comunitario de Aprendizaje (CECODAP) y DATANALISIS.
Todo lo anterior corrobora que sin duda alguna el sistema educativo se encuentra en terapia intensiva, sin contar con los signos de gravedad asociados a la avalancha migratoria histórica de: “cinco millones de personas, de los cuales un millón coma uno, son niños” según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Agudizando la enfermedad se encuentra la deserción en edades básicas para los primeros aprendizajes claves en potenciar el conocimiento del futuro.
Nada pareciera aportar algún aliento para el sistema enfermo, pulula la incapacidad de un estado que no se lava las manos para tocar al paciente, sino en una suerte de ironía, se lava las manos como Pilatos. Todo indica la perpetua oscurana para el terruño de Andrés Bello y Simón Rodríguez.
¿Y qué haremos los padres y maestros para revertir este mal? Algo debemos hacer para que las antorchas inunden los rincones del país, y cese la oscuridad. Necesitamos echar mano del sentido común, ponernos en marcha para mitigar la agonía, hay que revertir la enfermedad a través de una estrategia poderosa y convincente capaz de transformarse en vacuna, suficientemente poderosa para sanar enfermos y resucitar muertos. Para ello es necesario comprometernos a través de un maravilloso pacto, ¿Y con quien pactaremos?. Pactaremos “Con el libro y la lectura” como dijo Miguel Barrero Majan, presidente de la federación de gremios de editores de España, frase digna de imitar y resaltar. Los pactos requieren compromiso, seriedad y esfuerzo, por lo cual debemos empezar ya, porque para luego es tarde.
Este pacto debe contar con un Plan Lector organizado, para lo cual las bibliotecas escolares y públicas serán nuestra mejores aliadas, así que lo primero que haremos será desempolvar los libros dormidos en el fondo de los armarios del salón de clase, que aunque no huelan a pintura fresca, contienen los puentes de letras que transitaran los niños hacia el camino de la democracia y la libertad. Luego de eso, se extenderán otros dos puentes, esta vez será, hacia los hogares y la biblioteca de su comunidad, hágalo en una caja viajera si le parece más cómodo. Y la tarea más importante va con usted: padre, tutor, representante, maestro(a) sean el mejor modelo lector para aquellos que le observan con admiración, es necesario que irradien loca pasión por los libros y la lectura, háganlo notar en sus posturas, en la ambientación del aula, hagan que los libros sean el mejor tapiz de las paredes del salón, déjelos descansar ergonómicamente en una alfombra voladora de sueños, donde cada lector cruce fronteras inimaginables. Oh, casi lo olvido querido maestro recuerde dejar en una esquina del escritorio ese cofrecito de letras con el que se identifique.
“Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva. Los libros nos recuerdan, serenos y siempre dispuestos a desplegarse ante nuestros ojos, que la salud de las palabras enraíza en las editoriales, en las librerías, en los círculos de lecturas compartidas, en las bibliotecas, en la escuela. Es allí donde imaginamos el futuro que nos une” Manifiesto por la lectura. Irene Vallejo
Y aprovechando la belleza e importancia que reviste el manifiesto de Vallejo, quiero expresarle a todos los que tiene a bien pactar con el libro y la lectura que: ¡No están solos! he aquí un puñado de manos oficiosas y llenas de cariño, dispuestas para entretejer juntas esta maravillosa aventura. Las fronteras no podrán separar el corazón de los apasionados amantes, ya que somos como los libros. Ni de aquí, ni de allá, todo lo contrario. ¡Somos Libres! Podemos coexistir en un solo armario, en un mismo sentimiento el cual se traduce en un compromiso profundo con los niños venezolanos. ¡Hagamos que esta idea se siembre como las estrellas en el firmamento!